Existimos de manera individual, pertenecemos y participamos como miembros de alguna comunidad. De algunos grupos formamos parte de manera inevitable, en otros nos incluimos por iniciativa propia. Sea como sea, se sigue la lógica de que pertenecer nos enriquece al tiempo que nos limita. Cedemos parte de la independencia individual para obtener la ganancia del afecto compartido, la protección y la fuerza que la comunidad aporta a la soledad individual, a la par que nos dota de todos identidad que nos permite aportar al grupo lo que atesoramos de manera personal. A su vez los grupos están sometidos a las normas de la sociedad a la que pertenecen; funcionan como individuos de un grupo de nivel superior.

Nosotros estamos inmersos en un doble proceso de mantener la identidad individual y nuestra necesaria pertenencia al paraguas grupal que facilita el desarrollo profesional.

Por un lado, como asociación en el marco de una profesión, la de psicoterapeuta, regulada en la sociedad en la que desarrollamos nuestro trabajo; por otro, como profesionales que necesitamos un espacio al que pertenecer con la legitimidad de nuestra formación y experiencia individual. Prestigiar una profesión en la que por ley no cabemos todos y legitimar al tiempo la profesionalidad de quienes nos hemos formado en Gestalt, seamos o no psicólogos.

Necesitamos lo que tantas veces proponemos a las personas con las que trabajamos cuando enfocamos un conflicto: diferenciación de las partes, diálogo e integración desde las diferencias, teniendo la consciencia y la creatividad como instrumentos.

Desde este análisis haremos propuestas que faciliten este doble objetivo: ser y pertenecer, pertenecer y ser. ¡¡¡Cabemos todas/os/es!!! Veamos cómo encontrar acomodo, en la sociedad y en la asociación, como psicoterapeutas, como gestaltistas y como profesionales que utilizan la Gestalt en su ámbito profesional.